Ignacio Ferrando
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Ignacio Ferrando presentó en ELD, ante una treintena de absortos asistentes, su última novela, “Referencial”. Estuvo acompañado por uno de sus alumnos de la Escuela de Escritores (Madrid), Ramón Sanchis y por Marcos Rodes. Ignacio, en el arranque de la presentación, habló de cómo surgió la idea del libro. En ocasiones, un hecho fortuito se convierte en el origen de un proyecto literario que acaba convirtiéndose en una estupenda novela. En su caso, fue ante uno de los cuadros de Schiele donde tomó conciencia acerca de los pensamientos y sensaciones que le evocaban, pudiéndolo contrastar con la observación de las reacciones en los otros visitantes. Esta reflexión sobre lo que aporta el espectador-lector en la contemplación-lectura de una obra de arte le animó a escribir “Referencial”: “Lo que da sentido a una obra es la mirada del espectador”. Este hecho lo ha podido observar en el corto período de tiempo que lleva editada su novela. De tal forma, en las conversaciones con sus lectores, Ignacio ha recibido respuestas en las que se hacen presentes sus distintas opiniones. Más tarde, el autor “aclara” que, en el acto de la escritura, le gusta moverse en la ambigüedad, dando opción a las posibles interpretaciones de lectores inteligentes. Este ámbito de niebla e indefinición le permite a Ignacio plantear un libro a modo de pregunta, de interesante y provocador cuestionamiento. Dada la cronología en la que se desarrolla la trama y la edad de su protagonista, Ignacio acepta como inevitable las referencias “autoreferenciales” en la novela. Algo que, por lo demás, en cierto grado resulta inevitable, pues el autor constituye una de las tres patas sobre las que se asienta toda obra de arte. A Ignacio le interesan aquellas obras en las que los personajes, o alguno de ellos, tratan de encontrar el orden que subyace debajo de las cosas, llegando a citar dos de sus libros de “referencia”: “Cosmos” de Witold Gombrowicz y “Satin Island” de Tom McCarthy. De tal forma, en “Referencial” podemos leer: “Lo que nos atrae como mariposas a la luz es imponer una narrativa que aplaque el caos”. El autor eligió un pasaje de su novela en el que reflexiona acerca de la acción academicista en el arte donde, gracias a consensos democráticos que cuentan con la participación desinteresada de los críticos, se canonizan unas obras y se ignoran otras. Esta lectura le permitió al autor profundizar en su análisis aportando una visión lúcida y justificada. Muchos y variados fueron los temas abordados en la presentación, acordes al pequeño universo creado a partir de una novela en la que se entrelaza la trama (mundo sensible) con atrayentes razonamientos (dimensión intelectual). Un artefacto literario para escrutar desde la admiración. El acto se cerró con la firma de libros, momento que aprovecharon los lectores para conversar y trasladarle su admiración y disfrute por el tiempo compartido. El sábado 9 de septiembre de 2023, Ignacio Ferrando visitaba, por segunda vez, el Foro Literario de El Libro Durmiente; en esta ocasión, para presentar su última novela “El rumor y los insectos”. Conscientes de la importancia de no desvelar en exceso, le pedimos al autor que fuera él quien expusiera el argumento. Como el propio Ignacio aclaró, lo que se puede contar de la novela se recoge en la contraportada; suficiente para hacerse una idea que motive a descubrir su desarrollo y desenlace. Contó que, la idea original, se gestó en una novela homónima escrita hace quince años. Tuvo el gusto de presentar el único ejemplar de esta pues, en su momento, no se llegó a editar. Ignacio utilizó la metáfora de las capas de significados y contenido, las cuales se insertan en la trama, para referirse a las posibles lecturas que la novela ofrece, preservando su interés y disfrute. Preguntado acerca de cómo se construye el andamiaje de una novela como la que nos ocupa, dejó entrever su condición de profesor de escritura creativa, dándole especial importancia a la acción de planificar, pues ahorra mucho tiempo. Ahondando en los temas que aborda “El rumor y los insectos”, los cuales se asientan sobre bases filosóficas, humanistas e intelectuales, aprovechó para hacer hincapié en la necesidad de clarificar los rasgos que nos identifican como seres humanos, cuya frontera no atisba pueda ser traspasada por una I.A. Al respecto, cabe destacar aquello que el autor afirma en la novela: “Somos hombres en la medida de que somos capaces de convivir con la falta de respuestas. (…) Somos capaces de vivir sin saber dónde vamos, de dónde venimos o cuál es el sentido de todo. (…) Hay que aprender a vivir con lo que no sabemos”. Esta capacidad, a decir de Ignacio, es netamente humana, pues las máquinas obedecen a procesos lógicos que no dan cabida a la contradicción ni a la incertidumbre. La novela se adentra en el género de la ciencia ficción como un recurso para abordar la influencia, en el presente, de la virtualidad en el desarrollo de nuestras vidas y su impacto en la concepción de la propia identidad. Las grandes corporaciones tienen datos sobre nuestra existencia (qué compramos, qué lugares visitamos, a qué contenidos prestamos atención…) que ya los hubieran querido la Stasi y la KGB. Una realidad ante la que no se ha producido una respuesta de conjunto, quedando en la esfera de lo individual la responsabilidad acerca de cómo relacionarnos con este hecho. Al describir la colonia en la que conviven androides (a quienes Ignacio gusta de denominar simulacros, para enfatizar su carácter de representación e irrealidad) y humanos, no sabiendo sus habitantes de la distinción entre ambas naturalezas, se asume que la historia es una convección cultural, la cual puede no corresponderse con la realidad. No es gratuito que la misma se ubique en Alemania pues, de forma alegórica, reproduce un fenómeno, el auge del nacionalsocialismo, donde el relato que se cuenta resulta determinante para la asunción de su estructura social e ideológica. En este “relato” de lo que, en el marco de la presentación ocurrió y fue dicho por Ignacio, seguro se habrán cometido tales errores y omisiones. En cualquier caso, los mismos se deben a la incompetencia del cronista, no habiendo mala intención en ello. Al finalizar, las personas asistentes le solicitaron al autor que tornara exclusivas sus novelas dejando constancia de su presencia al obtener la anhelada dedicatoria. Un ritual al que los devotos lectores se suman gozosos.
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